Las propias experiencias son las que nos enseñan, y a mí la maternidad me ha enseñado la importancia de compartir ese momento, de crear tribu, de tener en quién apoyarte, consultar dudas, fijarte o, sencillamente, quejarte.

Mi trabajo como psicóloga especializada en la mujer me ha llevado a formarme y acompañar múltiples embarazos, pospartos y crianzas. Ello ya me acercó a entender que una mamá necesita información, pero sobre todo necesita sostén, comprensión, calidez, compañía y amor. Es por ello que muchas mujeres vienen a terapia. Tras ser madre, todo esto no es solo algo que conozco por mi trabajo, sino algo que se hace realidad con mi propia experiencia.

Personalmente, he tenido suerte. Todas mis amigas, como por arte de magia y sin haber sido previamente acordado, dijimos a la vez por nuestro grupo de Whatsapp que estábamos embarazadas. Aún recuerdo ese día y lo emocionante de compartir una noticia tan bonita e inesperada. Fueron unos meses de ilusión acompañada, en los que fuimos pasando por los mismos procesos vitales en el mismo momento vital que nuestras “personas de siempre”.

No os quiero contar cuando empezaron los partos… dos de ellas en febrero, otras cuatro en abril y finalmente, dos más en mayo (entre las que me encuentro). Noches sin dormir, casi empujando a la vez que todas ellas, viviendo con ilusión y entusiasmo cada nueva noticia que llegaba por los grupos de Whatsapp. Partos acompañados, pospartos acompañados, primeras veces acompañadas…

Creo que en ese momento no fui consciente de la suerte que tuvimos, pero ahora sí que lo soy. Casi un año después y con todo el huracán de sentimientos, emociones, acontecimientos, noches sin dormir, tetas a punto de estallar, fiebres que no bajan, mocos que no cesan, citas con el pediatra, vacunas, y un extenso etcétera, me siento infinitamente agradecida de haber contado con una red como la mía para transitar por todo ello.

Y eso me ha hecho darme cuenta también de que por desgracia no es lo habitual en estos tiempos que vivimos. Lo normal en esta cultura y en este momento es vivir más bien una maternidad en soledad. ¡Y no puedo imaginarme lo duro que hubiese sido para mí algo así! Yo necesito a mi tribu.

El detonante y posterior nacimiento de este proyecto fue una sesión con una mamá primeriza. Con una maternidad en soledad. Ese día pensé: “Es que me gustaría ser amiga de esta mamá, es que me encantaría poder compartir con ella mucho más de su maternidad”. Esa misma noche, en uno de los desvelos de mi bebé obtuve la respuesta: ¡Puedes serlo! ¡De ella y de muchas más que se encuentren en su misma situación!

Y nació esta idea, el Círculo de Maternidad en el IVATENA. En un espacio inmejorable, en una situación idónea.

Vamos a crear nuestra propia red de mamis que se apoyan, que se aconsejan desde la experiencia, desde lo actual, desde el momento presente con la realidad que impera. Vamos a compartirnos en nuestras luces y sombras, vamos a abrirnos en canal y sacar todo lo peor y lo mejor. Sabiendo que la mujer que tengo enfrente no va a juzgarme y va a entenderme como nadie, sencillamente porque se encuentra pasando lo mismo que yo. Porque mis miedos pueden ser los suyos y sus preocupaciones las mías.

Seremos tribu y, por qué no… amigas.

¡Os espero!