El ayuno terapéutico: acompañando el poder curativo innato del organismo

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Dentro de la Naturopatía y en las últimas décadas en la Medicina Integrativa, soluciones como el ayuno terapéutico, que involucran el poder curativo innato del organismo, son propuestas para tratar numerosos trastornos. Se ha observado que el ayuno terapéutico supervisado es a menudo más eficaz que otras intervenciones farmacológicas, quirúrgicas o incluso dietéticas o fitoterapéuticas.

El ayuno es uno de los mecanismos por los que naturalmente nuestro cuerpo se recupera de una enfermedad, acompañado del reposo, la reducción de la actividad y la ingesta de agua. Aunque algunos médicos de la Antigüedad empleaban el ayuno terapéutico, como el mismo Hipócrates, padre de la medicina moderna, esta herramienta y mecanismo natural ha pasado desapercibido en muchas culturas y sistemas médicos, tanto modernos como antiguos, porque implica un no-hacer, un soltar el deseo de intervenir con procedimientos y fármacos y permitir que el cuerpo, por sí mismo, se restaure.

El ayuno terapéutico es una herramienta que entra dentro de los criterios naturistas: se trata de un mecanismo propio del organismo al que el médico o terapeuta simplemente acompaña; en muchas ocasiones trata la causa, al eliminar un exceso dietético; es seguro, siempre y cuando se realice bajo la supervisión de un profesional, y resulta enormemente eficaz en muchas afecciones.

Para que resulte efectivo en el largo plazo, este ayuno siempre va acompañado de una alimentación basada en plantas e integral y otras pautas de estilo de vida como el ejercicio moderado y técnicas de gestión emocional.

En el artículo veremos cómo funciona el ayuno terapéutico, en qué consiste y qué efectos tiene este mecanismo natural, en qué casos se ha empleado con éxito y por qué es importante cambiar la perspectiva de una aditiva a una sustractiva: a veces eliminar es más efectivo que añadir.

El ayuno: un mecanismo natural de sanación

Todos los animales poseemos la capacidad de ayunar durante largos periodos de tiempo. Esta capacidad la emplean diferentes especies en diferentes circunstancias, como es la hibernación de los osos o el ayuno que realizan los salmones durante su viaje río arriba para desovar, pero existe una tendencia general que engloba un gran número de especies: el ayuno durante una enfermedad.

Cuando los animales enferman gravemente o están heridos, aumenta su necesidad de dormir y descansar. Su apetito se reduce y, a menudo, se elimina durante períodos prolongados. Esto sugiere que la pérdida de apetito en una enfermedad aguda es una adaptación, parte de una estrategia de curación que incluye descansar, dormir, beber agua y, en algunos casos, lamerse las heridas.

Podríamos pensar que la relación se da a la inversa: el animal deja de alimentarse porque, estando enfermo, no puede obtener comida, y solo cuando ha pasado la enfermedad y recuperado sus fuerzas puede salir a buscarla. Sin embargo, esto no es lo que sucede con los animales domésticos. Los animales domésticos enfermos a los que se les ofrece comida también se abstienen de comer, comportamiento observado durante mucho tiempo por los granjeros. Solo cuando el animal comienza a recuperar la salud, el apetito regresa poco a poco.

La misma tendencia se observa en las personas cuando estamos enfermas, pero esta conexión entre la falta de apetito y el proceso curativo rara vez se ha apreciado. En cambio, comúnmente creemos que cuando las personas están enfermas y débiles, su debilidad se ve agravada por la falta de comida. Este es un ejemplo clásico de atribución errónea, un error al identificar una relación de causa y efecto.

¿Cómo funciona el ayuno terapéutico?

El ayuno interrumpe el trabajo del tracto digestivo, cuya actividad drena la energía del cuerpo y puede desviar los procesos de curación. Cada vez que ingerimos alimentos, el cuerpo secreta enzimas digestivas para descomponerlos, moviliza estos componentes a las células que recubren el tracto digestivo y luego moviliza los nutrientes al torrente sanguíneo para su distribución por todo el cuerpo. Todas estas funciones requieren una cantidad sustancial de energía, que de otro modo podría usarse para impulsar el proceso de curación.

Además, cada vez que ingerimos alimentos, no solo ingerimos nutrientes, sino también aditivos y otras toxinas. El tracto digestivo, el hígado, el riñón y otros órganos deben trabajar para eliminar estas sustancias del cuerpo. Los desechos incluyen subproductos de la digestión, subproductos bacterianos de la descomposición de alimentos digeridos inadecuadamente y el exceso de nutrientes que el cuerpo no puede usar. Todos estos, así como los productos de desecho del metabolismo celular normal, deben eliminarse activamente para que podamos mantener una buena salud.

Durante el ayuno, la principal fuente de energía que utiliza el cuerpo proviene de la hidrolización de los ácidos grasos de los triglicéridos almacenados en el tejido adiposo. Debido a que muchas toxinas se encuentran atrapadas en el tejido adiposo, el ayuno puede ser útil para eliminar estas toxinas del cuerpo. La movilización de estas toxinas puede hacer que la persona, al principio del ayuno, se sienta peor, pero este efecto suele desaparecer a los pocos días.

El trabajo del ayuno es proporcionar al cuerpo el ambiente ideal para llevar a cabo la curación. Durante el período de ayuno, la presión arterial disminuye, el nivel de desechos metabólicos retenidos baja y los vasos sanguíneos empiezan a ablandarse y eliminar la placa esclerótica. En un corto período de tiempo, el corazón y el cerebro, así como otros órganos y músculos, reciben un suministro de sangre y una oxigenación más adecuados y los tejidos de todos los sistemas comienzan a purificarse.

Por tanto, al observar el efecto que tiene el ayuno en la salud, podemos entender que la pérdida del apetito en las personas enfermas no es más que un comportamiento adaptativo mediante el cual el organismo intenta reservar su energía para el proceso de sanación.

Deberíamos escuchar a nuestro cuerpo cuando perdemos el apetito y emular a los animales descansando, bebiendo agua y absteniéndonos de comer.

¿Cómo se realiza el ayuno terapéutico?

El ayuno del que estamos hablando aquí es un ayuno prolongado de varios días o incluso semanas en el que se prescinde de todo alimento y solo se bebe agua. Se diferencia de otros tipos de semi-ayunos en los que sí se toman zumos, infusiones o caldos y también del ayuno intermitente, que se caracteriza por ingerir comida solo durante cortos intervalos de tiempo al día o por ayunar en un día determinado de la semana.

Este tipo de ayuno, sobre todo si padecemos alguna enfermedad y/o lo prolongamos más allá de dos o tres días, debe ser realizado siempre bajo la supervisión de un médico.

Se evita todo tipo de alimento, incluidos los zumos, porque este ayuno busca entrar en el estado de cetosis, estado en el cual el cerebro pasa a utilizar la grasa como fuente de energía. Esto no puede darse mientras haya un aporte, aunque sea mínimo, de carbohidratos (zumos, fruta, etc.).

Tratamiento con el ayuno terapéutico

El ayuno, seguido de la introducción de una dieta vegetal e integral y hábitos de vida saludables, se ha encontrado efectivo en un gran número de enfermedades, especialmente aquellas relacionadas con una alimentación inadecuada, como la diabetes, insuficiencia cardíaca congestiva, angina, aterosclerosis, trastornos digestivos, osteoartritis, artritis reumatoide, colitis, estreñimiento crónico, síndrome del intestino irritable, asma, alergias alimentarias y ambientales, problemas de piel, fatiga crónica, lumbalgia, dolores de cabeza crónicos y más.[1]

El ayuno con agua supervisado ha sido reportado como el tratamiento más efectivo para la hipertensión. Durante un período de 12 años, los médicos de TrueNorth Health Center han supervisado los ayunos terapéuticos de 174 pacientes con presión arterial alta. Después de un período promedio de ayuno de 10 días, seguido de una semana con una dieta vegana-vegetariana, los 174 pacientes experimentaron una reducción promedio en la presión arterial de 37/13, lo que es aproximadamente tres veces el efecto demostrado por la intervención médica estándar. Al final del periodo de ayuno, todos los pacientes del estudio habían eliminado el uso de medicamentos para la presión arterial, y seis meses después, un subgrupo de seguimiento de 45 pacientes había retenido casi el 100 por ciento de su mejoría.[2]

Sustraer, en lugar de añadir

En un 35% de las patologías, la restricción o evitación de ciertos alimentos, sustancias y/o fármacos constituyen el tratamiento más seguro y eficaz.[3] Es decir, sustraer es en muchos casos más efectivo que añadir nuevas sustancias (naturales o artificiales) y procedimientos.

Gran parte de las enfermedades crónicas que sufrimos hoy en día se deben no a una deficiencia nutricional, sino a una alimentación inadecuada y "extravagante". Según el biólogo T. Colin Campbell, autor del Estudio de China, la mayor parte de las enfermedades occidentales (enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, muchas enfermedades autoinmunes, etc.) no son debidas a una nutrición deficiente sino a unas pautas alimentarias incorrectas, en las que predomina la proteína y la grasa animal y los alimentos procesados.[4]

Tenemos la creencia de que una mala salud está relacionada con alguna deficiencia, con la falta de algo, y por tanto una buena salud se puede conseguir introduciendo algún nutriente vital o sustancia. Aunque puede ser cierto que algunas personas, especialmente los ancianos, pueden tener una deficiencia de ciertos nutrientes, la realidad es que la mayoría de las enfermedades crónicas que padecen las personas no son principalmente el resultado de deficiencias de nutrientes. Por lo tanto, el suministro de nutrientes adicionales no da como resultado la recuperación.

Lo que logra la recuperación es el cambio de hábitos y la eliminación de todo aquello que perjudica a la salud innata del organismo. El ayuno terapéutico es una herramienta a favor de este cambio de hábitos, que permite eliminar o poner en remisión la enfermedad, partir de cero y guiar a la persona hacia un estilo de vida saludable en el que la enfermedad no pueda proliferar.

Al finalizar el ayuno

Tan importante como el ayuno mismo es el momento de reintroducir los alimentos. Si la persona que realiza el ayuno padece una enfermedad crónica relacionada con algún exceso alimentario, como es el caso de las enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y ciertas enfermedades autoinmunes, el ayuno terapéutico puede ayudarle a superarla o mantenerla en remisión, pero el retorno a los hábitos anteriores hará que la enfermedad regrese.

Una alimentación basada en plantas y alimentos integrales, así como pautas de ejercicio físico moderado y, en ciertos casos, técnicas de relajación y gestión de las emociones y el estrés, serán necesarias para que la persona pueda encontrarse saludable y mantenerse en ese estado.

La reintroducción de los alimentos debe darse gradualmente. Esto es fundamental en el caso de un ayuno prolongado y supervisado. En este caso, generalmente se introducen frutas frescas en pequeñas cantidades en primer lugar, y después verduras al vapor o cocidas, como espárragos, boniatos, calabacín y calabaza.

⚠️ Importante

El ayuno que pueda realizar una persona sana durante dos o tres días al perder el apetito cuando aparece una enfermedad aguda no requiere supervisión médica (salvo que aparezcan síntomas inusuales, como vómitos, y si existiera la posibilidad de deshidratación); sin embargo, ante un ayuno más prolongado o como tratamiento de una enfermedad más grave y/o crónica (enfermedad cardiovascular, diabetes, enfermedad autoinmune...), la supervisión médica es fundamental, a ser posible por parte de un médico que tenga experiencia en este campo.

Es importante asegurarse de que el ayuno finalice antes de que una persona comience a desarrollar niveles bajos de electrolitos u otros nutrientes esenciales. La mayoría de las personas pueden ayunar de forma segura durante 30 días o más. Es raro, pero otros, incluso después de 10 a 15 días de ayuno, pueden desarrollar niveles bajos de potasio y tener que interrumpir el ayuno.

Un médico capacitado debe poder distinguir un efecto secundario típico o síntoma de desintoxicación de un ayuno de los síntomas dañinos que indican que el ayuno debe interrumpirse o que se debe realizar un análisis de sangre rápidamente para asegurarse de que el ayuno se puede continuar con seguridad. Por ejemplo, un síntoma como un aumento drástico de la debilidad acompañado de una caída en la presión arterial generalmente indica que el ayuno no debe proseguir.

Una situación similar ocurre durante el parto. La mayoría de las personas comprenden que el parto es un proceso relativamente seguro y natural. Sin embargo, ocasionalmente, se necesita la intervención de un profesional capacitado para optimizar el resultado cuando los signos pueden indicar un problema. Lo mismo ocurre con el ayuno.

Referencias

  1. Fuhrman, Joel. Fasting and eating for health, 1998.
  2. Goldhamer, A., Lisle, D., Parpia, B., et al. "Medically Supervised Water-Only Fasting in the Treatment of Hypertension." Journal of Manipulative Physiological Therapeutics 24 no. 5 (2001): 335-59
  3. Rakel, Dr David. Integrative Medicine, 4th ed, 2018.
  4. Campbell, T. Colin. El Estudio de China, 2004.

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En el Instituto Valenciano de Terapias Naturales formamos terapeutas en la vía naturopática, que integra conocimientos de medicina higienista, fitoterapia, nutrición y terapias psicológicas y energéticas, entre otras disciplinas. En la formación de Naturopatía estudiamos el ayuno y sus efectos como parte de un extenso botiquín de salud, orientado a tratar a las personas de forma holística, no únicamente los síntomas de las enfermedades que puedan presentar. Esto nos permite ofrecer un complemento a la medicina tradicional (nunca un sustituto) capaz de encontrar la raíz de los problemas y remediarlos, tanto a nivel físico como a nivel emocional, mental y energético.

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Codirectora del IVATENA

Aroa Fernández Ferrer

Cofundadora del IVATENA, al frente del proyecto NEAC y de AROA FERNÁNDEZ. Naturópata higienista formada en distintas técnicas dentro de las terapias naturales, como el Rebirthing y las Constelaciones Familiares. Formadora y acompañante de procesos personales. Mediadora familiar, civil y mercantil.

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