El papel del dolor en el restablecimiento de la salud

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«El médico del futuro no dará medicinas sino que interesará a sus pacientes en el cuidado de su cuerpo, en su dieta y en los comportamientos para prevenir enfermedades».

thomas a. Edison

Evitar el dolor es un mecanismo natural y saludable, fundamental para la supervivencia. Todos los animales contamos con el mismo instinto de evitación del dolor, que nos pone a salvo de situaciones peligrosas y de alimentos dañinos para la salud. Cuando el dolor aparece es señal de que debemos dejar de hacer lo que estábamos haciendo, y su desaparición es síntoma de que estamos en el camino correcto hacia la recuperación de la salud. Lo natural es que haya una estrecha relación entre la reducción del dolor y la mejora de la salud: el dolor disminuye cuando dejamos de hacer algo nocivo o cuando aplicamos un remedio que mejora nuestro estado.

Sin embargo, en nuestra sociedad actual y con la gran cantidad de avances médicos a nuestra disposición, nos encontramos con que en ocasiones la desaparición del dolor no equivale a una mejora de la salud. En algunos casos, el dolor se trata como un síntoma más a aliviar sin tener en cuenta la raíz del problema. Esto propicia, incluso, que ciertas enfermedades o trastornos se exacerben aún más, al pasar desapercibidos para los sentidos.

El dolor nos induce a cambiar la manera en que nos relacionamos con nuestro entorno. Si apagamos todas sus señales, perdemos la brújula que nos indica cómo vivir de la manera más saludable.

La ciencia médica moderna ha logrado avances indiscutibles y sin parangón, tanto en el camino de la recuperación de la salud como en el del alivio del dolor. Hoy en día es posible sobrevivir a graves enfermedades y accidentes de todo tipo gracias a la ciencia médica y sus múltiples ramas, con la cirujía como mención especial.

En su búsqueda de la curación de los pacientes, vemos la medicina moderna en su máxima expresión: un intento brillante de utilizar la ciencia y la tecnología para comprender mejor las causas de las enfermedades y, equipados con una comprensión precisa del problema, los practicantes de la medicina intentan eliminar las causas para promover la salud.

El segundo objetivo de la medicina es el alivio del dolor. En los casos en los que la ciencia médica aún tiene que comprender la causa de una afección, o cuando nuestro organismo atraviesa un shock traumático (como sucede tras una operación), la reducción del dolor por sí sola es una bendición para los pacientes y un requisito absoluto para el bienestar. Sin embargo, cuando la causa de la enfermedad es conocida y el paciente debe cambiar algo en sus hábitos para ponerle remedio, el simple alivio del dolor y otros síntomas incómodos puede ser contraproducente.

El camino hacia la salud a menudo significa enfrentar un proceso de recuperación exigente: cambios de estilo de vida como dejar de fumar, restricciones dietéticas o hacer ejercicio pueden ser necesarios. Muchos pacientes prefieren tomar un atajo para aliviar su dolor a realizar estos cambios, sin darse cuenta de que esto tiene consecuencias a largo plazo para su salud.

Nuestras modernas capacidades para aliviar el dolor nos confieren ventajas que ningún animal ha experimentado nunca antes. Pero con estas nuevas capacidades ha surgido un dilema: ¿aliviamos el malestar con una medicación o "recetamos" ciertos cambios de estilo de vida al paciente? ¿Y si los pacientes no quieren o no pueden hacer esos cambios? Y dado que los cambios de estilo de vida, aunque necesarios, pueden resultar difíciles, especialmente sin el acompañamiento adecuado, no todos los médicos creen que sus pacientes vayan a querer emprenderlos y por tanto no los aconsejan como primera medida.

Hoy en día son muy comunes trastornos con causas que se pueden tratar o incluso revertir, como la diabetes tipo 2, obesidad, ciertas enfermedades autoinmunes, enfermedades cardiovasculares... Sin embargo, convencer a los pacientes de que modifiquen su comportamiento para eliminar esas causas no siempre es fácil, sobre todo cuando socialmente se le ha asignado al médico toda la responsabilidad sobre la curación, desestimando el papel que juega el paciente en su restablecimiento.

Y, como ya hemos visto, hay un vínculo natural en nuestra psicología entre el sentirse mejor (alivio de los síntomas, entre los que se encuentra el dolor) y el estar mejor, por lo que podemos confundir el bienestar aparente con la salud auténtica.

Veamos ahora algunos ejemplos de cuándo aliviar un dolor o molestia puede ocasionar perjuicios a la salud.

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El alivio de la fiebre puede ser perjudicial

Cuando un patógeno se establece dentro de nuestro cuerpo puede producirse una fiebre. La fiebre es un mecanismo de defensa natural, necesario para rechazar al microorganismo invasor.

Cuando estamos atravesando una fiebre, se nos anima a beber líquidos, minimizar nuestra ingesta de alimentos, descansar y dormir. Todos estos comportamientos ayudan al cuerpo en sus esfuerzos por defenderse. Por cada grado de elevación de la fiebre ocurren varias reacciones bioquímicas defensivas y se secuestra hierro. Las bacterias invasoras, que dependen de este nutriente, se mueren de hambre y, por lo tanto, es más fácil combatirlas.

"Los medicamentos que bloquean la fiebre aparentemente interfieren con los mecanismos normales que regulan la respuesta del cuerpo a las infecciones, con resultados que pueden ser fatales." (1)

Nuestra mente asocia la reducción de la fiebre con la mejoría, y esto es generalmente cierto a menos que se hayan utilizado medios artificiales para reducirla. La fiebre es incómoda, por lo que existe la tentación de emplear medicamentos antifebrífugos para eliminarla, pero el resultado es que estamos limitando la capacidad de nuestro organismo de responder ante el invasor.

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La diarrea, las náuseas y los vómitos también tienen su razón de ser

El tracto gastrointestinal tiene sus propios métodos para defendernos de las conductas perjudiciales. Estos errores se minimizan mediante defensas adaptativas (nuestros sentidos del olfato y el gusto) que nos dicen que evitemos alimentos que se han estropeado. Pero de vez en cuando podemos tomar agua o alimentos contaminados sin notar nada extraño. Cuando lo hacemos, tenemos varias capacidades de defensa importantes para protegernos, como son la diarrea, las náuseas y los vómitos.

Al utilizar medicamentos que bloquean o inhiben cualquiera de estos, algunas respuestas curativas naturales esenciales pueden verse impedidas.

Esto se demostró en un estudio realizado en la Universidad de Texas, donde los investigadores infectaron intencionalmente a dos grupos de voluntarios con Shigella, una bacteria que induce la diarrea. En el primer grupo no se administraron medicamentos. En el segundo grupo los sujetos fueron tratados con medicación antidiarreica. En el grupo tratado con el medicamento, los sujetos estuvieron febriles e intoxicados durante el doble de tiempo que aquellos cuyos cuerpos pudieron sanar sin impedimentos. Además, los sujetos tratados con antidiarréicos tenían más del doble de probabilidades de seguir teniendo Shigella en las heces en comparación con los sujetos no tratados. (2)

Lo que a menudo pasa por una práctica estándar puede ser contraproducente. Si bien los síntomas incómodos pueden bloquearse rápidamente, las causas de una enfermedad pueden persistir y causar más daño a lo largo del tiempo.

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La inflamación es un importante mecanismo de defensa

La inflamación puede aparecer a raíz de la picadura de un insecto, un hueso roto o como respuesta a una infección bacteriana o viral. A veces no se comprenden las causas de la inflamación. Sin embargo, lo que es bien sabido es que la inflamación no es la causa última del proceso de la enfermedad. Al igual que la fiebre, la inflamación es una parte natural del intento del cuerpo de curarse a sí mismo.

A menudo produce dolor, ya que el tejido inflamado ejerce presión sobre los nervios cercanos. Esto puede ser útil, ya que el dolor fomenta un comportamiento que promueve la salud. La inflamación de una zona lumbar lesionada, por ejemplo, desalienta el levantamiento de objetos pesados.

En el mundo moderno, la inflamación es un síntoma común de cierta disfunción corporal. Una gran cantidad de enfermedades son simplemente nombres para la parte del cuerpo que está inflamada: artritis (inflamación de las articulaciones), amigdalitis (amígdalas), bronquitis (bronquios), colitis (colon), gastritis (estómago), apendicitis (apéndice), dermatitis (piel), flebitis (vasos sanguíneos), tendinitis (tendones) y hepatitis (hígado).

Los efectos de los medicamentos antiinflamatorios pueden parecer un milagro, ya que reducen rápidamente la inflamación y el dolor, creando la ilusión de que se está recuperando la salud. Los antiinflamatorios, como los medicamentos antifebrífugos, rara vez ayudan al cuerpo en su respuesta curativa natural. Por el contrario, estas sustancias analgésicas son destructivas en dos niveles: en primer lugar, a menudo fomentan la continuación de un comportamiento dañino que el dolor desalentaría naturalmente. En segundo lugar, pueden provocar efectos secundarios.

En un estudio publicado en el Journal of Rheumatology, se observó que el uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (como el ibuprofeno) provocó que el 2,7% de los pacientes experimentaran complicaciones gastrointestinales superiores graves. (3)

Si buscamos la vía de la curación en lugar de simplemente aliviar los síntomas, nos encontramos con que muchos trastornos que cursan con inflamación pueden ser tratados de forma efectiva. Por ejemplo, las restricciones dietéticas con frecuencia son útiles en el tratamiento tanto de la artritis reumatoide como de la osteoartritis (4). También muchas lesiones de espalda se pueden tratar eficazmente con terapias manuales, como ajustes quiroprácticos y técnicas de fisioterapia. (5)

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La necesidad de aliviar el dolor

Cuando la persona y el médico o terapeuta ya han hecho todo lo que está en su mano para facilitar el restablecimiento de la salud, en situaciones como posoperatorios, roturas de huesos y otras convalecencias que obligan a que la persona descanse y deje tiempo para que su cuerpo se recupere, entonces aliviar el dolor, síntoma natural del proceso por el que se ha pasado, es imperativo.

El uso de plantas o de sus derivados químicos como analgésico y calmante se vuelve necesario cuando el dolor es una constante en la vida de la persona y cuando la vía de la curación ya se ha tomado, con o sin éxito. En estos casos, y aunque la reducción del dolor tal vez no esté emparejada con una mejora de la salud, aliviar el dolor aumenta enormemente la calidad de vida de la persona. Si hemos pasado alguna vez por un posoperatorio o una situación similar, sabremos lo difícil que puede ser la gestión del dolor, sobre todo si sentimos que nada que nosotros hagamos puede aliviarlo.

Sin embargo, según una declaración de la OMS hecha en 1988, "del 50 al 80 por cien de los enfermos ingresados en hospitales no recibe suficiente medicación analgésica para evitar sus padecimientos por culpa de las restricciones legales que obstaculizan el empleo de opiáceos analgésicos". A esto podríamos añadir también las restricciones que poco a poco están desapareciendo en torno al uso terapéutico de los cannabinoides, metabolitos de la planta de cannabis responsables de su acción analgésica y relajante.

Estas restricciones tienen su razón de ser en el posible abuso de ciertas drogas como los opiáceos, pues la tolerancia a estos es alta, generan dependencia física y pueden provocar un fuerte síndrome de abstinencia si se abandona repentinamente su consumo. Sin embargo, cuando su uso es puntual, para acompañar un proceso de recuperación o un proceso terminal, y pautados y administrados por un médico (tanto su uso como, si hiciera falta, su deshabituamiento progresivo), tienen un potencial mucho mayor que muchos de los fármacos que se utilizan comúnmente para aliviar el padecimiento de las personas.

En relación al cáncer, la OMS ha establecido como indicador de control del dolor la cantidad de morfina utilizada médicamente. Es decir, aquellos países en los que se utiliza con más frecuencia la morfina son más efectivos en el tratamiento del dolor de los pacientes de cáncer, y la fortaleza del sistema de salud depende, entre otros factores, de su disponibilidad general de morfina y otros derivados opioides. (6) En España el uso de opiáceos es inferior a las cifras europeas. (7)

Resultan significativas también las desigualdades prevalentes en el ámbito del tratamiento analgésico. Según indica el sociólogo Antonio Escohotado, "es curioso comprobar que la morfina se usa mucho más frecuentemente como fármaco preoperatorio y de apoyo a la anestesia que como posoperatorio; en Estados Unidos, un estudio sobre empleo tras una extirpación de vesícula biliar mostró que el número de dosis dependía de factores sociales: como media, los clientes de seguridad social obtuvieron 3, los semiprivados 5, los privados 9 y los pacientes en cuartos de lujo 12." (8)

Por otra parte, un estudio mundial realizado por la revista Lancet en 2015 concluyó que casi la mitad de las personas que mueren al año lo hacen con dolor severo por falta de morfina, y observó una clara desigualdad entre países pobres y ricos. Más del 80% de las personas que no tienen acceso a morfina pertenecen a países de ingresos medios y bajos, que reciben menos del 4% de la oferta mundial. (9)

Por tanto, debemos ampliar nuestra mirada sobre el tratamiento analgésico y los cuidados paliativos para ofrecer a las personas que lo necesitan el alivio de su dolor sin comprometer su salud, considerando todos los factores y herramientas a nuestro alcance.

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El alivio del dolor y el restablecimiento de la salud

«En nuestro comprensible asombro por los avances legítimos de la medicina moderna, podemos perder de vista el hecho de que nuestra salud personal está determinada sobre todo por nuestras elecciones dietéticas y de estilo de vida». (10)

douglas lisle

En primer lugar, es importante reconocer la diferencia entre el alivio de síntomas como el dolor y la curación del problema subyacente. En ocasiones, sobre todo cuando la causa de una enfermedad es desconocida o cuando la persona está en un camino de restablecimiento o proceso terminal, aliviar los síntomas, sobre todo los dolores más persistentes que afectan a la calidad de vida, es imperativo, siempre y cuando no se interfiera con el proceso natural de sanación. Los problemas de dependencia no tienen razón de ser en procesos terminales de media y corta duración, y son problemas secundarios ante procesos más largos o transitorios comparados con los beneficios que produce el alivio del dolor, sobre todo considerando que la dependencia se puede eliminar paulatinamente y de forma segura con supervisión médica.

Sin embargo, en todos los otros procesos no debemos dejar de buscar la causa primera del dolor para que podamos alcanzar el restablecimiento total. Como ya hemos visto, el alivio de síntomas como la fiebre, la diarrea o la inflamación no constituyen en muchos casos un auténtico restablecimiento de la salud y, en ocasiones, eliminar estos síntomas resulta incluso contraproducente.

Debemos reconocer también la gran importancia de nuestras acciones en el proceso de sanación de nuestro cuerpo y tomar responsabilidad de nuestra propia salud. La medicina moderna es una gran herramienta, como también lo es nuestro organismo: allí donde las defensas naturales del organismo no sean suficientes la medicina nos podrá asistir, pero si recae en nosotros asistir a nuestro cuerpo mediante hábitos saludables, tomemos siempre que podamos la vía natural, la vía de la restauración de la salud de forma total y duradera.

referencias

  1. Neese, Randolph y Williams, George. Why we get sick, 2012.
  2. DuPont, H. L. y Hornick, R. B. "Adverse effect of lomotil therapy in shigellosis." Journal of the American Medical Association 226 (1973): 1525-28.
  3. McDougall, J. A. The McDougall Program for Women. New York: Dutton, 1999.
  4. Muller, H., de Toledo, F., Resch, K. "Fasting followed by vegetarian diet in patients with rheumatoid arthritis: a systematic review." Scandinavian Journal of Rheumatology 30 no. 1 (2001): 1-10.
  5. McClelland, G. "Chiropractic research retrospective." Journal of the American Chiropractic Association 37 no. 3: 18-20.
  6. "ONU: poner fin al sufrimiento innecesario. Cumbre sobre drogas para abordar los obstáculos a los medicamentos que mitigan el dolor". Rev. Soc. Esp. Dolor vol.16 no.3 Madrid abr. 2009.
  7. Alonso Babarro, A. "Tratamiento con opioides del dolor oncológico". Medifam. 2003, vol. 13, no. 1, pp. 9-19.
  8. Escohotado, Antonio. Historia general de las drogas, Madrid: Espasa Calpe, 2008.
  9. "Alleviating the access abyss in palliative care and pain relief—an imperative of universal health coverage: the Lancet Commission report". Oct 13, 2017.
  10. Lisle, Douglas y Goldhamer, Alan. The pleasure trap, 2003.
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La naturopatía, una profesión cada vez más necesaria

En este equilibrio entre la tecnología médica y la potencia curativa del cuerpo humano debemos transitar con consciencia, informándonos bien de nuestras opciones, pidiendo segundas opiniones expertas, buscando la raíz del problema y, sobre todo, tomando el papel principal en el proceso curativo, igual que tomamos responsabilidad del resto de nuestra vida.

Bajo esta perspectiva trabajamos con nuestros clientes en el IVATENA y formamos a profesionales de la Naturopatía en nuestra formación integral de cuatro años. Creemos en los avances de la ciencia moderna tanto como en la sabiduría de las plantas, la nutrición correcta y un estilo de vida saludable para alcanzar y mantener la salud a todos los niveles.

Cada día es más necesario contar con profesionales cualificados para trabajar de manera holística, acompañando a las personas en su camino de restablecimiento. Si quieres desarrollarte como naturópata y apoyar el bienestar total y duradero de las personas, te invitamos a que pases a descubrir nuestra formación.

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Directora de Naturopatía

Aroa Fernández ferrer

Cofundadora del IVATENA, al frente del proyecto NEAC y de AROA FERNÁNDEZ. Naturópata higienista formada en distintas técnicas dentro de las terapias naturales, como el Rebirthing y las Constelaciones Familiares. Formadora y acompañante de procesos personales. Mediadora familiar, civil y mercantil.

Nota importante

Ninguna terapia puede convertirse en sustituto del diagnóstico y tratamiento del médico o profesional de la salud cualificado. El Instituto Valenciano de Terapias Naturales ofrece alternativas complementarias y nunca sustitutivas y no se responsabiliza del uso o mal entendimiento de estas. En nuestro equipo todos los profesionales se mueven dentro de esta filosofía y jamás se exceden de sus funciones a la hora de trabajar con una persona, estando sus técnicas dentro de la legalidad y atendiendo a las personas que hayan sido diagnosticadas previamente por un médico, advirtiendo que el programa de salud es un complemento y que nunca sustituye a las normas establecidas por el profesional sanitario correspondiente.

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