A las mamás del siglo XXI nos hace falta tribu.

Llevo 6 años acompañando mujeres durante el embarazo y posparto y además, hace 10 meses que me convertí en mamá. Con mi experiencia profesional, pero sin duda con la experiencia personal, he podido darme cuenta de algo: ¡Qué solitaria es la maternidad en nuestros tiempos y cuánta falta nos hace la compañía de iguales y una buena red de apoyo!

Antes, las mujeres criaban en tribu; se acompañaban, aconsejaban, se encontraban conviviendo en comunidad, ellas y sus criaturas. Los miedos eran contenidos, comprendidos y calmados con palabras de personas que estaban viviendo o habían vivido poco tiempo atrás la misma situación que ahora a una la perturbaba. Y así, entre todas, los miedos se hacían más pequeños y el conocimiento de lo que significa y conlleva ser madre, estaba más extendido.

Hemos pasado de un extremo a otro en un período de tiempo muy corto, tanto, que el desconocimiento se ha apoderado de las madres de hoy y ante el miedo, silencio, ante la sensación de soledad, silencio, ante un: “Qué me pasa que no me encuentro bien” un: “Deberías estar radiante, es el mejor momento de tu vida”.

Nos hace falta voz, nos hace falta compañía, comprensión de la realidad y de la verdad verdadera. Ser madre es una maravillosa etapa, pero también viene acompañada de sombras, de redescubrimiento y de experimentar momentos que no son tan maravillosos. Ser madre significa tener que redefinirse en poco tiempo (y gracias que tenemos 40 semanas de margen para empezar con el cambio), significa dejar atrás a la niña, para dar paso a la mujer madura y capaz de encargarse de la supervivencia y el bienestar de alguien más.

Ser madre es sonrisa y es lágrima, es plenitud y es soledad, es entusiasmo y también agotamiento, y ¿sabéis? No pasa nada por decirlo. Es necesario compartir las luces y las sombras de la maternidad, para que la oscuridad no parezca tan profunda y la luz brille más.

En estos tiempos en los que predomina el individualismo, la inmediatez y la crianza en soledad, se hace necesario buscar una red de apoyo para poder deshacernos, en parte, de aquello que nos pesa. Sentirnos acompañadas para poder llorar sin culpa, quejarnos sin juicio y resolver todas aquellas dudas que, siendo comunitarias tiempo atrás, ahora se nos vienen encima sin respuesta.

Es por ello que me decido a lanzar este nuevo proyecto, porque como psicóloga, pero sobre todo como madre primeriza y trabajadora, veo la importancia de esta compañía y todo el bien que puede hacernos compartirnos y vivirnos juntas y con nuestros bebés, en este proceso.

En el círculo de maternidad hablaremos y trataremos todo aquello que resulte importante para vosotras, sin miedo. A corazón abierto. Porque tu dolor también es el mío, porque tus dudas, son las mías y porque lo que es importante para ti, también lo es para mí.

Además, trabajaremos en un espacio amplio donde nuestros hijos puedan convivir, interactuar, experimentar, jugar y conocerse.