¿Tiene sentido mi trabajo? ¿Siento que estoy en el lugar que me corresponde dentro de mi empresa? ¿No me siento valorada por lo que hago laboralmente? ¿Es el contenido de mi profesión lo que no me satisface? ¿Quiero crear mi propia empresa y hay obstáculos que me lo impiden? ¿Tengo problemas con las personas con las que trabajo? ¿Las demandas de mi vida profesional y personal están equilibradas?

Todos nosotros, en una u otra ocasión, nos hemos parado a reflexionar con preguntas de este tipo. En algún momento de nuestra vida profesional surgen obstáculos y dificultades que nos están indicando algo que hemos de atender. Son muchas las horas de nuestro tiempo que dedicamos a desarrollarnos profesionalmente, por lo tanto es importe que este aspecto de nuestra vida esté en armonía y nos aporte plenitud.

Las llamadas Constelaciones Organizacionales son la rama que se dedica al sector de la empresa y las organizaciones. Son similares a las Constelaciones Familiares, pero tienen unos matices que las diferencian y que se trabajarán en el seminario. Fundamentalmente, lo que hacen es poner en orden todos los factores que son necesarios para que un proyecto empresarial fluya y se consolide. Atienden a cómo están situados sus creadores respecto a los trabajadores, el producto o servicio, los posibles clientes, la relación entre socios, si hay fortaleza en la parte financiera, etc. Si, además, el emprendedor crea una empresa en la que está involucrada la familia, ya sea porque hereda la empresa o porque la crea con algún miembro de su familia, hay que poner especial atención en ordenar y observar bien los equilibrios o desequilibrios que energéticamente puedan haber.

Observar nuestra vocación, nuestra profesión y el ámbito laboral desde la mirada de Constelaciones Familiares es tremendamente esclarecedor, ya que ayuda a que salgan a luz dinámicas ocultas que pueden ser las que nos impiden avanzar y conseguir los objetivos y metas con las que nos lanzamos a emprender un proyecto empresarial.

Emprender es una bonita palabra. Etimológicamente significa “empezar a hacer alguna cosa difícil”, pero yo no estoy del todo de acuerdo, prefiero mirarla de otro modo. Emprender contiene la palabra prender, que me lleva a la imagen de algo que se enciende, que tiene la capacidad de dar calor, de transmitir luz. Y siento que ese es el alma de cada proyecto.

Sé por experiencia que cuando todo se alinea para que una empresa exista, no necesariamente tiene que ser un proceso difícil. He creado varias empresas y mis vivencias así me lo dicen. Por eso es importante dar cada paso con el máximo de información y conciencia posible, y aquí es donde la mirada sistémica juega un papel, diría, casi imprescindible, que nos puede ayudar de manera muy significativa en esa empresa que queremos crear o que ya hemos creado.

¿Y qué significa esto de la mirada sistémica? Aunque nos podemos percibir como seres aislados con una entidad propia y sentimos que somos más o menos libres a la hora de actuar y tomar decisiones, existen una serie lealtades, enredos y cargas que la mayoría de veces permanecen ocultos y que provienen de nuestro sistema familiar que nos condicionan en todos los ámbitos de nuestra vida incluido, claro está, el ámbito profesional. Lo que hacen las Constelaciones es invitar al cliente a mirar; el que mira crece. Aquí mirar significa observar con amor y conciencia, sin juicio y sin miedo.

¿Qué podemos ver en este seminario? Pongamos que ya he creado mi empresa, pero no tengo claro hacia dónde va mi negocio. O quiero lanzar una nueva línea de producto o servicio y no sé si es el momento idóneo, o también puede ser que mi empresa lleve un tiempo estancada. Quiero asociarme con alguien más y no sé si es la persona adecuada. Cualquiera de estas cuestiones u otras similares se pueden abordar desde las Constelaciones para emprendedores.

Pongo un ejemplo. Una mujer recién terminados sus estudios de diseño industrial decide crear  una marca de calzado sostenible, se ubica en una pequeña nave familiar donde su abuelo ya tuvo una fábrica de zapatos. Cuando los abuelos o cualquier ancestro logra generar un negocio, esta habilidad queda en el campo morfogenético del sistema. La familia ve con buenos ojos el proyecto. Incluso usa de manera más actualizada el nombre comercial de la fábrica que tenía su abuelo. La avalan para hacer la inversión, pero la empresa no termina de despegar. Cuando se abre la constelación aflora que su abuelo tuvo un socio que se fue de la empresa por desavenencias y dejaron de hablarse, este socio murió al poco tiempo y nunca más se volvió a hablar de él. En la constelación la empresa está muy debilitada y la energía de este socio fundador está muy presente. Simplemente reclama ser visto y reconocido. Una vez se le mira, se le honra y se le da su lugar, la empresa vuelve a estar sólida y “tiene el permiso” para usar el nombre originario y seguir al servicio de la sociedad fabricando zapatos. Este hecho era totalmente desconocido por la actual empresaria. Aquí se pone de manifiesto que hay una conciencia que supervisa que nadie sea olvidado. Los excluidos en Constelaciones Familiares suelen “hacer mucho ruido” y, como hemos visto, simplemente reclaman su lugar y ser vistos.

Este ejemplo ilustra de manera muy clara los posibles enredos ocultos que pueden impedir que nuestro proyecto empresarial sea factible. Los clientes no se sienten atraídos por empresas donde las cosas no están claras y, cuando hay claridad y reconocimiento, vuelven.

Recalcar que el enfoque sistémico siempre está orientado hacia la solución y aporta una nueva perspectiva más allá de lo racional. Lo que aflora a veces es una información sorprendente e inesperada, como en este caso,  que permite desbloquear situaciones difíciles que parecían no tener solución.

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