El Coaching es una disciplina que nos provee, sobre todo, de herramientas que nos acercan a nuestros objetivos, para ser más eficientes, para comunicarnos mejor, para gestionar nuestras emociones… El Coaching se ocupa de que en el día a día tengamos un amplio abanico de recursos y, sobre todo, que desarrollemos los nuestros propios, que serán los que mejor van a responder a nuestras necesidades.
La terapia, por otro lado, nos invita a comprendernos mejor, aceptarnos, ser conscientes de lo que nos sucede y para qué nos sucede, y nos ayuda a responsabilizarnos de nuestra vida. La terapia nos acerca al autoconocimiento, que es fundamental para el bienestar.
En el vertiginoso ritmo de la vida moderna, la necesidad de herramientas efectivas para el desarrollo personal se vuelve cada vez más evidente. En este contexto, el Coaching emerge como una disciplina que no solo provee herramientas, sino que también fomenta el autoconocimiento y la conexión emocional.
En este artículo, exploraremos cómo el Coaching y la terapia se entrelazan para ofrecer un enfoque holístico a la mejora personal, compartiendo seis herramientas prácticas extraídas de la disciplina del Coaching terapéutico.
1. Hacer más en menos tiempo
El Coaching nos dota de gran cantidad de herramientas que pueden cambiarnos la forma de experimentar la vida y de funcionar en ella.Producir rápidamente es una preocupación que tienen muchas empresas y también personas, y aunque es necesario que tanto a nivel colectivo como individual prestemos atención a nuestros hábitos de producción acelerada y, en muchas ocasiones, bajemos el ritmo, por otro lado, para poder ser eficientes y realmente disfrutar mejor del tiempo, empleándolo bien, es necesario que nos demos cuenta de cuál es la manera en que trabajamos o realizamos nuestras tareas del día a día: ¿postergamos con frecuencia?, ¿intentamos hacer todo de golpe o hacemos un poquito cada vez?, ¿trabajamos sin descanso y sin determinar si algo es realmente urgente o importante?
Un truco esencial para hacer más en menos tiempo es evaluar correctamente la exigencia de cada tarea y preguntarnos si no sería posible realizarla en ese mismo momento. Descubrirás que muchas tareas que dejas para más tarde en realidad podrías completarlas en ese mismo instante y ahorrando tiempo.
No solemos tener en cuenta el gasto de tiempo que supone revisar emails atrasados, listas de tareas pendientes, documentos que leímos en una ocasión y tenemos que volver a leer para resolver… Todo esto supone un gasto de tiempo considerable y que podemos ahorrarnos si esa tarea la realizamos en el momento. ¿Para qué leer dos veces un email pudiendo leerlo una y contestar en el momento?
Es más, si te habitúas a realizar ciertos tipos de acciones en un espacio de tiempo concreto y en cadena, serás mucho más eficiente. Por ejemplo, en lugar de dejar que los emails interrumpan otras tareas más elaboradas que estás realizando, puedes evitar que esas notificaciones te distraigan y dedicar una franja de tiempo, la misma cada día, a contestarlos. Si puedes responder en el momento, aún mejor, y así ahorrarás tiempo.
A veces postergar algo es la mejor opción
Cuando tenemos que pensar bien la respuesta, cuando necesitamos más información, cuando hemos de evaluar si realmente hemos de hacerlo… (a lo mejor lo podemos delegar, o a lo mejor no es realmente necesario que se haga), en ocasiones es mejor esperar. Este truco para hacer más en menos tiempo se debe aplicar de forma juiciosa, como herramienta para todas aquellas tareas pequeñas que no van a cambiar sustancialmente de un día para otro y que vamos arrastrando y acumulando sin darnos cuenta. Aquellas otras labores que requieren mayor reflexión, necesitan, en cambio, que las consultemos con la almohada. Todo en la vida requiere un ejercicio de autoconocimiento y consciencia: no existe una herramienta que sirva en cualquier situación, sino que de nosotros depende que las herramientas de las que disponemos tengan o no un buen uso.
2. UN CONSEJO:NO DES CONSEJOS
Tanto en las sesiones de terapia como en Coaching, y no hablemos ya de la vida real, hay algo que solemos hacer y que no siempre resulta útil para la otra persona: dar consejos. Dar consejos no es necesariamente malo, y a veces estos pueden llegar en el momento oportuno y ser bien recibidos y aplicados por la persona, pero en muchas otras ocasiones se queda corto, sobre todo frente a un cliente en nuestra consulta.
Para comprender lo que hace único a cada individuo necesitamos entender cómo cada uno crea su propio modelo único del mundo. No respondemos al mundo tal y como es, sino que respondemos a cómo lo interpretamos, a lo que es significativo para nosotros. Y después respondemos a lo novedoso en base a lo que ya sabemos. Por ese motivo,cuando nos dan un consejo desde otro modelo del mundo, desde la visión de otra persona, la mayoría de las veces no podemos aplicarlo, ya que nos resulta muy difícil actuar desde otra dinámica de funcionamiento que no sea la nuestra. Aunque el consejo puede ser muy útil, nos encontramos con que no podemos llevarlo a la práctica y seguimos actuando, sin saber cómo cambiar, del mismo modo una y otra vez.
Para poder ayudar a otra persona a cambiar, debemos primero comprender su modelo, su manera de ver la realidad, para poder ayudarle a encontrar sus propias soluciones, las más eficaces para ella. Y una vez entendido su modelo, podemos intervenir, ayudando a realizar diferentes tipos de cambio dentro de su modelo, o lo que es mejor, y si lo necesita, ayudándole a cambiar su forma de modelar (su forma de interpretar el mundo), siempre y cuando su manera no le esté sirviendo o sea limitativa, como podemos observar en casos de traumas, fobias, etc.Un buen Coach no te aconsejará, sino que se adaptará al modelo de tu mundo de manera que irás descubriendo y creando la manera más eficaz para deshacer tus limitaciones y llegar donde quieras, con tus propias herramientas y a tu propio ritmo.
«No podemos resolver nuestros problemas con la misma forma de pensar que usábamos cuando los creamos» (Albert Einstein)
Nuestra forma de pensar es el modelo del mundo que creó esa situación de la que ahora tenemos dificultades para salir. Cambiar la forma de pensar no resulta fácil, afrontar los problemas una forma distinta, más creativa, requiere un gran esfuerzo de autoconocimiento y consciencia. Si tenemos esto en mente veremos que ofrecer consejos desde una forma de pensar (el círculo de la derecha) a otra totalmente distinta (el garabato de la izquierda) es inútil. Lo que sí resulta de ayuda es permitir que la persona vea desde su modelo del mundo qué herramientas tiene ya en su haber o puede desarrollar con poco esfuerzo para ir mejorando su relación con esa situación y, por qué no, cambiando o ampliando su modelo del mundo.
3. Salir de la queja
Un problema con el que nos enfrentamos a menudo tanto en terapia como en la vida corriente es cómo comunicarnos correctamente con personas que están en ese momento en una emoción distinta a la nuestra, sobre todo si es una emoción que percibimos como negativa. Por ejemplo, cuando nos encontramos ante personas que han cronificado el estado de queja: que han entrado en bucle y solo consideran lo malo que les pasa, pero no llegan a pasar a la acción (que es un estado emocional cuatro pasos por encima de la queja).
Una persona atrapada en el peldaño de la queja en la escala emocional no va a recibir correctamente nuestro entusiasmo (una emoción mucho más elevada), porque sería como si le habláramos en otro idioma; tampoco recibirá bien la tristeza o la apatía, que están muy por debajo, y esto nos hará entender por qué cuando estamos tristes nos cuesta tanto empatizar con la alegría de otras personas: no estamos, temporalmente, al mismo nivel que ellas.
Para poder establecer un diálogo con una persona en queja, es necesario que imites de forma consciente su estado emocional, puesto que lo que su emoción te está pidiendo no es otra cosa que tu empatía. Comunicar es conectar, y no podemos conectar desde lugares separados por un abismo emocional. Si la persona se queja de lo cansada que está en el trabajo, de lo difícil que se lo pone su familia, del mal día que está teniendo… ponte en su lugar, asiente a todo aquello y quéjate tú también, pero desde la consciencia, sin entrar en una espiral destructiva. Simplemente imítala hasta que se sienta comprendida: compréndela.
Una vez hayas conectado con su emoción, la queja en este caso, puedes pasar al siguiente punto en la escala: el aburrimiento. Si sigue quejándose, muéstrate aburrido por lo que te está diciendo, no entres a pedir más detalles, asiente como si no fuera contigo. Al poco tiempo lo más probable es que la persona se dé cuenta de que su queja no es para tanto, se aburra ella también, y poco a poco podréis subir en la escala de emociones hasta un estado de contento o satisfacción, o incluso hasta el optimismo.
Las emociones son transitorias, y todos pasamos por casi todas ellas a diario.
Si te paras a observar a los niños, por ejemplo, verás que ellos viven sus emociones a flor de piel y son capaces de llorar un momento y de reir al siguiente. Esta capacidad de vivir completamente sus emociones hace que para ellos transitarlas sea mucho más fácil, y que puedan moverse arriba o abajo en la escala emocional rápidamente y según los eventos del exterior.
Lo que hace que los adultos experimentemos las emociones como algo mucho más pesado es nuestra fijación en ellas, el quedarnos atascados mentalmente, contándonos historias al respecto.
Reaprender lo transitorio de las emociones resulta liberador, nos permite soltar a tiempo y vivir en el momento, sin quedarnos atascados en una emoción que nuestra mente alimenta.
4. ¿Ocupación o preocupación?
La preocupación lleva asociados sentimientos de temor e inquietud que suelen llevar a la parálisis más que al movimiento. Es por esta razón que resulta imprescindible ponerse manos a la obra y convertir esa preocupación en ocupación, en movimiento hacia la consecución de resultados mejores, de soluciones que nos devuelvan a nuestro estado de bienestar. Hemos de ocuparnos en buscar la forma de quitarnos los miedos y la única forma de hacerlo es moviéndonos. Ya habrás oído alguna vez la frase que dice: “Estar parado no ha llevado nunca a nadie a ningún sitio”. Preocuparse es como estar parado, y ocuparse es escuchar ese temor y hacerle frente, para caminar en la dirección que deseamos tomar en la vida.
Una primera ocupación muy útil que puedes poner en marcha es definir exactamente qué es eso que te preocupa. Coger una hoja y un bolígrafo y escribir los problemas o los miedos que te vienen a la cabeza. Por ejemplo, si te sientes preocupado por tu situación laboral, quieres cambiar de trabajo pero no sabes por dónde moverte, algunos miedos o problemas que pueden venir asociados son “ganar menos dinero”, “que no me guste mi nuevo trabajo tampoco”, “no poder compaginar el nuevo trabajo con la familia”… Ahora, en una columna al lado escribes una posible solución para evitar que eso que temes suceda. Si temes que con el nuevo trabajo te sea difícil compaginar tu vida familiar, puedes determinar una serie de límites (espacios, tiempos) para estar con tu familia, o negociar con tu jefe un horario más flexible. En la tercera, anotarás problemas de magnitud comparable; es decir, un problema similar a ese, bajo tu punto de vista, sin buscar la objetividad absoluta. Si mi problema o mi miedo es «no tener dinero», podrías proponer como comparable «que me dejase mi pareja»o «que hubiese un terremoto». Al hacer esto, conseguirás entrar en comunicación con ese problema, relativizarlo y, además, encontrar soluciones para pasar de la preocupación a la ocupación.
Este primer paso de definir tus preocupaciones es lo que te capacitará para tomar las acciones más adecuadas. Lo siguiente será ocuparte, poner en marcha todos esos recursos que has anotado y que te ayudarán a evitar eso que temes, o hacer que eso que temes sea menos problemático. Esta es la clave para hacer la transición de la preocupación a la ocupación.
Los miedos son anticipaciones de posibles problemas futuros, y pueden causar la misma ansiedad o más que problemas reales.
La técnica que hemos visto arriba sirve tanto para los problemas que ya tienes y sobre los que estás preocupado como para problemas que imaginas, miedos sobre el futuro. Solo porque algo no sea ahora mismo un problema y nos lo estemos imaginando, no significa que no tenga peso en nuestra vida. Al contrario, si no afrontamos esos miedos y las situaciones que conjuran, nos encontraremos con una ansiedad indeterminada, un estar en la vida lleno de temor e incertidumbre.
Toma nota de tus miedos y también de todos tus recursos para afrontarlos y verás como la preocupación y la ansiedad se mitigan, obtienes una perspectiva mucho más realista y puedes continuar con tu día a día con seguridad y confianza.
5. Alinear tus metas y tus propósitos
En ocasiones podemos sentir que no avanzamos hacia una meta a la velocidad que nos gustaría. Hacemos mucho trabajo en el día día pero esa meta que tenemos a largo plazo no está más cerca hoy que hace un año. Esto puede suceder por varios motivos. Uno de ellos es que quizás no hemos sabido alinear nuestros propósitos con nuestra meta. Es decir, realizamos tareas que puede que sintamos necesarias o urgentes, pero que en realidad no nos conducen a ese lugar donde queremos estar en un par de años.
Por ejemplo, puedes haberte propuesto la meta de tener tu propia consulta y trabajar a tiempo completo como terapeuta. Para esa meta, tus propósitos alineados serían obtener una buena titulación que te capacite, realizar prácticas en alguna empresa, tener presencia en redes sociales, ahorrar dinero para tener un colchón seguro para los comienzos, crear una página web que te represente y reciba tráfico… Estos propósitos se dan a medio plazo y son como los peldaños de una escalera que te conducirá a la meta última, o como el camino que tienes que seguir para llegar a tu destino.
Sin embargo, si en el día a día en vez de estudiar para obtener esa titulación que necesitas, te encuentras dedicando más tiempo a obtener una titulación para sacarte el carnet de conducir, por ejemplo, te darás cuenta de que estás trabajando mucho, pero para una meta distinta, no para aquella que te habías planteado en un primer momento. A lo mejor el carnet te hace falta, pero no está alineado con la meta inicial, por lo que con el paso del tiempo habrás hecho mucho trabajo pero la meta estará a la misma distancia. Otro ejemplo: si tienes el propósito de ahorrar para poder establecerte como terapeuta de forma más holgada, y tienes dificultades para no gastar todo lo que ingresas, encontrarás aquí otro problema de desajuste entre tus propósitos y tu meta.
¿De qué manera puedes alinear tu meta y tus propósitos? Un buen recurso es escribirte tu meta y cada uno de los pasos intermedios, los propósitos que te conducirán a ella, para poder ver claramente si están alineados: establecer un plan, realizar una escala administrativa. Una vez establecido este plan, lo revisarás con cierta frecuencia, semanal o quincenalmente, y valorarás en qué medida lo estás cumpliendo y si tienes que revisarlo.
Estar ocupado no es lo mismo que estar avanzando hacia algo.
Muchas veces nos ocupamos con tareas que parecen urgentes y necesarias pero que en realidad no lo son, o nos parecen urgentes y necesarias porque vienen del exterior, porque alguien nos las ha dado. Avanzar hacia una meta que es solo nuestra, un objetivo personal, requiere una gran dosis de autoconocimiento y compromiso con uno mismo. También de paciencia, pues implica soltar ciertos hábitos como el estar siempre “haciendo mil cosas” y decidir qué es lo que de verdad está alineado con nuestra meta final y qué es lo que hacemos para que los demás nos den su aprobación o para no enfrentarnos a aquellas cosas que nos cuestan un poquito más, que incluso nos dan miedo porque implican salir de la zona de confort.
6. Solucionar problemas
Cuando nos encontramos inmersos en un problema, generalmente nos cuesta mucho ser objetivos y sobre todo localizar la fuente real del problema, ya que si de verdad pudiéramos ver la raíz de ese problema, sería muy evidente lo que tendríamos que hacer para solucionarlo. Solucionarlo de verdad, ya que cortar con la situación o alejarse del problema no es resolverlo, esto nos dejaría una gran cantidad de atención y pérdida e incomprensión en nuestra mente, que nos llevaría a encontrarnos con el mismo problema una y otra vez.
Un ejercicio muy efectivo para obtener más objetividad y hacer que tus problemas sean más manejables tiene que ver con la extroversión. Cuando estamos sumergidos en nuestros problemas, nos encontramos en un estado de introversión, pues nuestra atención está principalmente en la mente, en el problema.
Para practicar la extroversión, el llevar la atención lejos de ti, solo necesitas salir a dar un paseo. Pero no se trata de darlo de cualquier manera: en el paseo vas a prestar atención a los objetos que estén lejos de ti: la fachada de un edificio, una farola, un coche que viene desde el otro lado de la calle… Lo que esto va a conseguir es sacarte del estado emocional inicial en el que estás dándole vueltas al problema, y vas a subir poco a poco de la apatía, tristeza o enfado, hacia estados emocionales más elevados, como el aburrimiento y, finalmente, la tranquilidad, o puede que incluso la alegría. Si sigues paseando y trabajando con la extroversión, durante media hora, una hora o más, según lo que necesites, notarás que el problema que tenías ahora te parece mucho más pequeño y más manejable y a veces incluso insignificante.
Esto hace que pases de estar introvertido a estar extrovertido, es decir con la atención hacia fuera. Practícalo y verás cómo funciona muy bien porque logras tener una visión muy diferente de tus problemas y te será más fácil resolverlos.
Estudia Coaching Terapéutico con nosotros
La formación de Coaching terapéutico se desarrolla a lo largo de 8 meses, y cubre las necesidades de los terapeutas, profesionales y personas interesadas en una buena praxis y en el ejercicio del Coaching. Esta es una formación esencialmente práctica y funcional, con la finalidad de que los alumnos puedan aplicarla de inmediato.
Esta formación en Coaching está dirigida a todo tipo de profesionales, terapeutas, psicoterapeutas, naturópatas, homeópatas, terapeutas manuales y de crecimiento personal; es decir, personas que ejerzan o quieran ejercer cualquier tipo de profesión que esté enfocada en la salud física o psíquica de sus clientes. Así mismo, lo recomendamos para personas interesadas en mejorar sus relaciones con los demás y consigo mismas.
Si quieres formarte como profesional de Coaching Terapéutico en el IVATENA, en el dosier informativo encontrarás todos los detalles de la formación. Escríbenos si tienes alguna duda, estaremos encantados de ayudarte.
Descarga el dossier informativo

SUSANA SARDÓN REY
Terapeuta Floral Integrativa
Terapeuta a nivel nacional. Consultora, formadora, conferenciante, terapeuta sistémica, homeópata y terapeuta floral integrativa con Flores de Bach y Flores de California. Especialista en Coaching para empresas, escuelas y grupos. Realiza consulta de Coaching emocional y familiar. Miembro de SEFLOR y COFENAT. Experta en Formación de formadores, formadora en Coaching y PNL
¿QUIERES SABER MÁS O APUNTARTE?
Escoge la opción que más te guste: email o teléfono. Estaremos encantados de ayudarte.
Suscríbete a nuestra Newsletter