Si lo pienso bien, ya era naturópata antes de estudiar naturopatía. Cuando decidí estudiarla fue cuando adquirí los conocimientos, la estructura y las bases, pero la inercia de tomar de la naturaleza para solventar procesos para recuperar la salud ya la tenía muy arraigada. De pequeña cuando tenía algún malestar, mi madre recurría a las infusiones antes que a cualquier medicamento. Seguro que ahí empezó todo, a través del alivio que sentía y por el mimetismo de seguir el camino que escogía mi familia ante cualquier malestar leve.
Más tarde, cuando tuve edad suficiente para responsabilizarme de mi propia vida y por lo tanto de mi salud, mi inercia siempre me llevaba al herbolario antes que a la farmacia. Cuando necesitaba algo para recuperarme de cualquier dolencia. La razón es muy simple, tuve varias experiencias que me hicieron decantarme hacia este lado, en el ambulatorio no atinaban con el origen de lo que me pasaba y cuando iba a cualquier terapeuta, hacía diana y me solventaba el problema.
Y eso es lo que años después, ya asentada en otra trayectoria profesional que me permitía dedicar tiempo al estudio, decidí lanzarme por enriquecimiento personal a la aventura de estudiar a fondo eso que leía en libros por mi cuenta. Damos pasos en la vida pensando en un rumbo más o menos concreto y quince años después me maravilla el camino que se fue abriendo y por el que hoy sigo transitando. En una profesión que he empezado a ejercer no hace muchos años y tras varias experiencias profesionales en otros ámbitos, he encontrado eso que los japoneses llaman el ikigai, mi razón de ser.
Hay personas que no saben muy bien en que consiste. A veces, cuando me preguntan a qué me dedico a nivel laboral y comento que soy naturópata, algunas lo identifican con los masajes y otras directamente no saben muy bien a que me refiero. Aún queda labor de divulgación en este ámbito.
La Naturopatía es un término muy amplio que engloba muchas disciplinas y al estudiarla adquieres muchas herramientas para cualquier abordaje de salud. Más allá de ese amplio espectro de terapias y métodos están los fundamentos en los que se apoya, su verdadero cimiento. Creo que a través de ellos puede resultar más fácil entender en que consiste para las personas que desconozcan esta estimulante y preciosa profesión. Os comparto los más importantes para mí:
El primero es “primun non nocere” es decir, lo primero es no hacer daño. Este concepto se le atribuye a Hipócrates, el padre de la medicina, y para mí está muy presente cada vez que acompaño a una persona en cualquier proceso. En esto se debería basar siempre cualquier abordaje de enfermedad.
Otro es el “vix natura medicatrix” o el poder curativo de la naturaleza. No sólo se refiere aquí a la naturaleza externa, la que nos rodea, hace más bien referencia a nuestra fuerza vital. Nos indica que nuestro organismo, nuestra propia naturaleza, sabe cómo restaurar nuestro óptimo estado de salud si se lo permitimos, le damos el tiempo y el terreno propicio para poner en marcha los procesos biológicos apropiados.
El siguiente es “tolle totum”. Se trata de mirar a la persona como un todo, no por partes, ni a nivel anatómico, ni separando nuestra parte emocional y mental del cuerpo físico. Por eso cuando acudes por primera vez a una consulta con un profesional de la naturopatía puedes estar alrededor de hora y media o dos horas. Necesitamos hacernos un mapa lo más completo posible de la persona para poder acompañarla, sin enmascarar lo que le pasa, dejando que emerjan las verdaderas razones de su dolencia, para así abordarla en toda su magnitud mirando de frente lo que originó la patología. Nuestra mirada siempre es hacia la persona, no hacia la enfermedad.
Y la última que quiero señalar es en la que se basa mi labor profesional como naturópata: la prevención y mantenimiento de la excelencia de nuestra salud, antes de que se manifieste el proceso de la enfermedad. Cualquier práctica o medida que tomemos en esta dirección, tendrá una visible repercusión en nuestra vida aportándonos cada vez más vitalidad, más optimismo, más fortaleza, mejor calidad de sueño, más belleza, más coherencia, más sintonía con lo que nos rodea, más comprensión de lo que nos pasa, y podría seguir…
Hay un refrán que nos acompaña desde siempre “mejor prevenir que curar” y en esto se basa mi trabajo como naturópata a través del baño de vapor fitoterapéutico (BVF), en el que uso una herramienta empleada por nuestra especie desde antiguo: el sudor. Sencillo, sudar es un recurso propio de nuestro organismo para eliminar lo que le sobra. Los beneficios de desintoxicarnos son un bálsamo para nuestro organismo y permiten a nuestra fisiología su correcto funcionamiento. Además, al efecto de sudar le sumo las propiedades curativas de las plantas medicinales con las que se genera el vapor del BVF. Sudar y plantas, dos ingredientes totalmente naturales, un poderoso tándem.
Como adquirí y sigo adquiriendo muchas más herramientas y remedios, si alguna persona viene con alguna circunstancia que pueda precisar de otro apoyo, lo complemento con flores de Bach, auriculoterapia, par biomagnético o cualquiera de las disciplinas que he ido aprendiendo. Todo lo que sé lo pongo al servicio de la persona.
En esto consiste ser naturópata, en acompañar los procesos de las personas que solicitan tu consulta. En darles las herramientas para que mejoren y se restablezcan y, algo fundamental, que tomen las riendas de la situación. Difícilmente se puede salir de un estado de salud mermado si no se corrigen las razones que nos llevaron al deterioro. Hacer ver que la enfermedad está al servicio de la vida, lo que nos pasa es una llamada de atención para que cambiemos algún hábito. Así de sencillo.
Algo que me enorgullece de esta profesión es que todos los profesionales que conozco están en constante búsqueda y aprendizaje de una manera muy genuina, cada uno a su manera según sus necesidades y trayectoria. Seguimos vinculados al estudio y al aprendizaje de manera permanente y lo más curioso es el placer que sentimos en ello, en estar actualizados, en no perder de vista las nuevas formas de terapia que no paran de surgir. Para finalmente poder ponernos delante de una persona y, como decía Jung, conocer todas las teorías, estudiar todas las técnicas, pero al estar delante de un alma humana, ser sólo eso, otra alma humana.
FORMACIÓN EN NATUROPATÍA
En el IVATENA estimamos que para adquirir los conocimientos adecuados para ejercer como naturópata son necesarios tres años de formación; no obstante, durante este período en el programa de Naturopatía hay integradas formaciones que por sí solas son herramientas terapéuticas muy válidas, como las Flores de Bach, la Auriculoterapia o la Fitoterapia. Una vez acabadas y evaluadas, se ofrecerá al alumno el título correspondiente, con el que podrá empezar a pasar consulta con ellas.
El objetivo del IVATENA es formar profesionales cualificados. Por lo tanto, la programación de esta formación tiene la extensión y la profundidad necesarias para poder ejercer la profesión de naturópata con soltura y confianza.

ISABEL LLANO BLANCO
Codirectora del IVATENA
Codirectora del IVATENA. Naturópata. Baño de vapor fitoterapéutico. Facilitadora de Constelaciones Familiares. Especializada en salud geoambiental y tóxicos ambientales.
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