El tema de la madre siempre fue para mí uno de los más difíciles de integrar, y a lo largo de estos años de facilitadora he visto que no soy la única. Por eso hoy quiero hablarte del papel de las madres en nuestras vidas, con ánimo de invitarte a reflexionar, quizá, sobre tu propia madre y su relación con tu felicidad.

Pero ¿por qué es la madre tan importante para nuestra felicidad? Porque la felicidad proviene del amor: a los demás, a lo que uno hace, al mundo, a uno mismo... Y el amor tiene su origen en la madre, la dadora del alimento esencial. 

Sin embargo, las madres no son perfectas. O más bien deberíamos decir que sí que lo son, pero son perfectas tal y como son, no en base a las expectativas que tenemos de ellas. Son las madres que necesitamos para venir al mundo, y cumplieron su labor lo mejor que pudieron y supieron. Rechazarlas, juzgarlas o culpabilizarlas nos aleja de ellas y de su perfecta realidad, y también nos aleja de nuestra propia felicidad. El problema no está en ellas, sino en nosotros al querer que sean como no son.

Como dijo Bert Hellinger en una ocasión, "El comienzo de la felicidad es poder ver a nuestra madre con su humanidad y quererla tal como es. Entonces prácticamente nada se opone más a la felicidad."

¿Has visto a tu madre como una mujer corriente que resulta ser también madre? ¿La has visto despojada de ese hábito de expectativas y juicios que acompañan al ideal de madre? Pocos entre nosotros hemos realmente mirado a nuestra madre así de cerca.

Así que probemos un ejercicio juntos. No es una constelación, pero te acercará un paso a la compresión de tu sistema familiar. Cierra los ojos y mira a tu madre en tu interior.

A tu madre, que fue una niña, igual que nosotros, que nació en una familia determinada, con sus expectativas de ella y del mundo. Piensa en sus padres, y en los padres de sus padres. Sus hermanos, si los tuvo. Todas las figuras que intervinieron en su crecimiento. ¿Cómo creció tu madre en esa familia? ¿Cómo la forjó para ser quien es ahora? Piensa en las enfermedades, las muertes, las ausencias, los conflictos... Quizá ella tuvo que ponerse en un lugar que no le tocaba, o sufrió la exclusión propia o de alguien cercano. Quizá no tengas todas las piezas del puzle, pero seguramente tengas bastantes para hacerte una idea de quién es ella.

Mirando así todas sus circunstancias, sus decisiones pasadas y presentes parecen inevitables. Nos percatamos de que ella lo hizo lo mejor que pudo y supo y de que, además de madre, es muchas otras cosas: es su propia mujer.

No nos olvidamos tampoco del padre. En Constelaciones el padre también es fundamental: es la otra figura que acompaña al niño en su etapa de crecimiento, el que incita a la aventura y la exploración y es a su vez una protección contra todos los riesgos que corre experimentando con su creatividad. Con el padre tenemos otro vínculo, igual de potente, pero diferente. Es la madre la que nutre y alimenta y la que nos hace brillar de felicidad, y es por eso que reconocerla e integrarla es una de las labores más importantes de las Constelaciones Familiares.