Adolescencia y Psicología

Adolescencia y Psicología: La importancia de la asistencia psicológica y la educación emocional.

En mi experiencia como psicóloga he podido comprobar que si hay una época de crisis por excelencia en la vida de una persona, la gran protagonista es, sin duda, la adolescencia.

Si tuviese que compararla con algún fenómeno meteorológico sería: una tormenta. La adolescencia sería una tormenta en la que no quedaría a salvo ninguno de los planos que nos conforman. Tormenta física, psíquica y Emocional. La adolescencia es un momento de profundos cambios: huesos que crecen, vello que aparece, cambia nuestra estructura muscular, aumentamos de talla. Y ahí no termina la cosa, también aparecen grandes cambios en cuestión de ideas, de planes, de preferencias, de ilusiones. Es un momento de despedidas y bienvenidas, de desilusiones, de elecciones, de instantes que parecen trascendentales… En definitiva, de empezar a descubrir y conocer a este nuevo “Yo Adulto” en el que, casi de repente, parece que esta sociedad me obliga a convertirme.

El gran problema de los papás es: “A este niñ@ no hay quien l@ entienda”

El gran problema del adolescente es: “Nadie me entiende”

Entre padres e hijos existe un problema de comunicación y comprensión mutua. Es por ello que resulta importante realizar un trabajo de educación emocional. La asistencia psicológica durante la adolescencia puede resultar una gran aliada.

El adolescente ha de aprender a escucharse, ha de aprender qué pasa consigo mismo, por qué y, lo más importante, para qué. A qué se deben estos cambios y cuál es la finalidad. Como en cualquier otra crisis vital existe un período de re-adaptación. Es el propio adolescente quien tiene problemas para reconocerse a sí mismo, desde luego lo último que necesita es a alguien más dirigiéndose a él como si se tratara de un ser extraño al que nadie entiende.

Si hay algo que define a la adolescencia es la búsqueda de la identidad. La identidad social, laboral, sexual, etc. ¿Quién soy yo? Y más importante todavía… ¿Quién quiero ser yo el resto de mi vida? ¿Qué lugar ocupo yo en el mundo?

Hagamos un ejercicio. Imaginemos por un momento que de repente, en este instante presente, te dicen que tienes que elegir, justo ahora y en un corto período de tiempo qué quieres ser y hacer por lo que reste de vida. Me da igual la edad que tengas: 33, 45, 62… ¿No creéis que resultaría cuanto menos asfixiante? No estamos hablando de cualquier decisión, no es ninguna tontería.

Pues esa misma presión es la que siente un adolescente ante las decisiones que se “deben” tomar en este preciso período de sus vidas. Lo que parece ser que nadie les dice es que la vida es cada día y que uno puede decidir cada día quien desea ser. Que no hay nada cerrado, que la vida cambia constantemente y con ella necesariamente, también cambias tú. Y que eso no es malo, que eso significa que estamos vivos y que nos pasan cosas. Hay que estar siempre abiertos y predispuestos al cambio.

«Un adolescente necesita dos cosas fundamentalmente: independencia y confianza. Necesitan su espacio para experimentar y experimentarse y necesitan de sus padres menos juicio y más comprensión y confianza.»  – Olaya Martínez

Papás, confianza también en vosotros… confiad en todo el trabajo que habéis hecho hasta ahora. Es momento del examen práctico. Ahora es a ellos a quienes les toca jugar. Presencia, compañía coherencia y comprensión serán vuestras misiones en este nuevo camino.  

Adolescencia: un nuevo nacimiento

Decía Stanley Hall:

La adolescencia es un nuevo nacimiento, ya que con ella nacen rasgos humanos más completos y más altos”

Y es que la adolescencia es una completa metamorfosis, emocionalmente fluctuante y cognitivamente en proceso de finalizar su formación.

Cuando un ser humano llega a la adolescencia todavía existen partes de su cerebro que se encuentran en pleno desarrollo y esta transformación es decisiva. Daniel J. Siegel (médico y profesor de psiquiatría) nos dice que el período de “cierre” en la formación del cerebro se comprendería aproximadamente entre los 12 y los 24 años, aproximadamente. Durante este tiempo las conexiones neuronales se intensifican, pero también desaparecen algunas que no tienen función. Con ello se consigue una estructura cerebral mucho más eficiente, se conoce como fase de maduración. Esta maduración tiene, a su vez, una serie de fases que comienzan desde la parte posterior del cerebro (más cercano a la nuca) y terminando en el pre-frontal.

El cerebro pre-frontal es el que nos ayuda a moderar nuestras acciones, decisiones, juicios e impulsos y es precisamente en la adolescencia cuando se encuentra en su fase más sensible debido al proceso de maduración del cual os hablaba unas líneas antes. Esta es la explicación del característico carácter explosivo y rebelde que frecuentemente muestran los adolescentes. El cerebro pre-frontal va a marcar nuestra auto-conciencia y la forma en la que vamos a decidir funcionar por la vida. (Un poco de paciencia papás, hay muchas tareas ocupando esas cabecitas).

La adolescencia, como todo proceso de crisis supone un riesgo, pero nunca nos olvidemos que supone una gran oportunidad.

¡Hagamos que premie lo segundo!

Si deseas recibir más información acerca de este tipo de terapia psicológica u otra, puedes contactar conmigo llamando al 96.003.41.19, a través de mi página web o mi correo electrónico: info@olaya-psicologia.es

Olaya Martínez Gil.

Psicóloga Valencia

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