El huerto que salvó al mundo

Es corto el tiempo que transcurre desde que siembras un huerto hasta que te das cuenta de que, realmente, es el huerto el que te está sembrando a ti. Cada semilla que se esconde en la oscuridad del fértil sustrato hortícola es un núcleo de vida que, paradójicamente, nos hace ver la luz a quienes observamos pacientes su desarrollo. Y es que, cultivar un huerto es cultivarnos.

Lo cierto es que no hay excusa para no introducir un espacio de cultivo en nuestra vida, pues allí donde llegan los rayos de luz llegan también los vegetales, siempre que el resto de factores como la humedad y la temperatura, entre otros, no sean extremos. Por suerte, en nuestras latitudes disponemos de muchas de las condiciones idóneas para la vida de un sinfín de vegetales, y tan solo es necesario decidirlo para pasar a la acción y convertirnos en agentes de salud y crecimiento.

Porque al instalar un trozo de tierra cultivable en nuestro entorno estamos favoreciendo y mejorando multitud de aspectos personales, sociales y ambientales que, en última instancia, volverán multiplicados a nosotros en forma de salud, paz y prosperidad.

Cada día son más numerosos los estudios e investigaciones que exponen los innumerables beneficios de practicar la horticultura, contándose entre ellos los siguientes:

  • Mejora la memoria, la capacidad de concentración, la atención dirigida y la creatividad.
  • Disminuye la ansiedad, la frustración y los procesos depresivos.
  • Aumenta la autoestima y la sensación de bienestar general.
  • Favorece una gestión emocional saludable.
  • Desarrolla la motricidad y la coordinación.
  • Reduce la presión arterial.
  • Estimula el sistema inmunitario.
  • Regula los niveles de glucosa en sangre.
  • Ayuda a la secreción de endorfinas.
  • Fomenta la implementación de una dieta saludable.
  • Promueve la actividad física regular.
  • Genera lazos y cohesión social.

Todo nuestro organismo es el resultado de una íntima relación con nuestro entorno natural más inmediato, es decir, hemos sido moldeados como especie por bosques, mares, ríos, praderas, cielos estrellados, selvas y demás elementos naturales y ecosistemas de nuestro ambiente evolutivo. Nuestra mente es un producto del pleistoceno diseñada para leer e interpretar una naturaleza viva, palpitante y silvestre, es decir, en términos de especie hemos vivido el 99,6% del tiempo en ambientes eminentemente naturales, fuera de zonas metropolitanas.

Este hecho se traduce en que nuestro organismo reconoce aquellos estímulos naturales que le son familiares y propios, como una planta creciendo en una tierra fértil o el agua penetrando en las raíces de un árbol frutal, desarrollando una serie de efectos en cascada a nivel físico, bioquímico, cognitivo y psicológico que culminan en un aumento en la calidad de vida de quién es expuesto a los mismos.

Disfrutar de estas virtudes se encuentra a una decisión de distancia. Tan solo se requiere de ilusión y algo de planificación, lo cual nos permitirá iniciar un huerto totalmente funcional adaptado a las propias necesidades y espacios. Por ejemplo, si nuestro espacio se limita a un pequeño balcón o a unas pocas jardineras en una ventana, podremos generar verduras, hortalizas y frutas para incorporarlas en cocina, así como plantas aromáticas y medicinales que condimenten nuestros platos y enriquezcan el propio arsenal terapéutico.

Tomates, judías, lechugas, espinacas, rabanitos, pimientos, tomillo, mejorana, salvia y tantas otras plantas pueden formar parte del mosaico vegetal de nuestro hogar, sin necesidad de disponer de grandes superficies cultivables. Serán ellas quienes se encarguen de emanar sus balsámicos efluvios al cultivarlas en unas humildes macetas adaptadas a sus características y exponiéndolas a la necesaria luz solar que, dicho sea de paso, no es preciso que sea intensa ni directa en muchas de las ocasiones.

Al instalar este pequeño espacio de vida en casa no solo generamos un ambiente saludable y colmado de beneficios, sino que establecemos un punto de revolución en nuestros hábitos, el cual servirá de bisagra para un necesario y mayor cambio social en el modelo de consumo, salud y sostenibilidad.

Comprobaremos como nos impregnamos de la valentía que subyace en su germinar, de la confianza plena que transmiten al florecer y de la entrega y generosidad que manifiestan al dar sus frutos. Todo ello será amablemente abonado y cuidado, casi sin percatarnos, hasta culminar en un cambio de percepción. Una mirada tolerante, inclusiva y conciliadora hacia el mundo, las relaciones y nuestra propia vida. Una mirada dirigida por un corazón cultivado y silvestre, poseído por un pequeño y nutricio trozo de tierra.

Porque un mundo sano es aquel formado por personas sanas, comprometidas con la salud y el bienestar. El modesto huerto urbano se torna así un espacio e instrumento de soberanía alimentaria, sanitaria y social, el cual nos conecta con nuestras raíces más primigenias y nos brinda la oportunidad de experimentar conscientemente y en primera persona el perenne universo del que formamos parte y que guía nuestro porvenir.

 

NUEVO CURSO DE HUERTO URBANO

Si sientes que es el momento de aprender y abrirte a cultivar tu propio huerto , el próximo lunes 19 de Abril de 2021 de 10:00 a 14:00 horas, comienza nuestra siguiente edición. 

Puedes acceder a toda la información del dossier aquí:

 

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Formador:

Christian Gilaberte sánchez 

Posgrado en Fitoterapia: Plantas Medicinales y Salud. Técnico superior en gestión y organización de recursos naturales. Fitoterapia y Huerto urbano. Facilitador de UCDM y del taller Sanar al niño interior.

Nota importante

Ninguna terapia puede convertirse en sustituto del diagnóstico y tratamiento del médico o profesional de la salud cualificado. El Instituto Valenciano de Terapias Naturales ofrece alternativas complementarias y nunca sustitutivas y no se responsabiliza del uso o mal entendimiento de estas. En nuestro equipo todos los profesionales se mueven dentro de esta filosofía y jamás se exceden de sus funciones a la hora de trabajar con una persona, estando sus técnicas dentro de la legalidad y atendiendo a las personas que hayan sido diagnosticadas previamente por un médico, advirtiendo que el programa de salud es un complemento y que nunca sustituye a las normas establecidas por el profesional sanitario correspondiente.

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